Sexualidad no se refiere únicamente al acto sexual, abarca un conjunto de dimensiones en donde se manifiestan factores como el erotismo, la atracción y el placer, pero también el afecto, los pensamientos, las creencias, el rol de género, la orientación sexual y la comunicación verbal y no verbal. Cualquier crisis de vida puede afectar la sexualidad de una persona y, dentro de las múltiples causas de una crisis de vida está la infertilidad.
La infertilidad y los tratamientos de reproducción asistida son un factor de riesgo para desarrollar disfunciones sexuales o acentuar dificultades que ya venían ocurriendo en una pareja. Las disfunciones sexuales más frecuentes en parejas con infertilidad son: la disminución del deseo sexual y la ansiedad anticipatoria en hombres y mujeres, la dispareunia y la incapacidad para alcanzar el orgasmo en las mujeres y, en los hombres, la disfunción eréctil y la eyaculación precoz.
Hablamos con una psicóloga y sexóloga experta en el tema y estas son sus recomendaciones:
Reconocer las diferencias entre la respuesta sexual femenina y masculina para favorecer la sincronía afectiva y sexual de la pareja
La respuesta sexual está influenciada por las creencias y el contexto cultural de cada persona y por la dinámica sexual de cada pareja. La presión individual y social por alcanzar metas reproductivas hace que la relación sexual se vuelva una tarea y una fuente de conflicto. El impacto sobre la sexualidad es igualmente significativo en hombres y en mujeres, pero se manifiesta de diferentes maneras. En la medida en que cada uno entienda la diferencia en la respuesta sexual propia y del otro, se puede lograr una sincronía en la dinámica sexual de la pareja.
En el caso de las mujeres, el principal estímulo sexual se produce a través de la mente, las fases de la respuesta sexual de deseo y de meseta juegan un papel fundamental para alcanzar la satisfacción sexual. La autoestima sexual femenina se puede ver afectada al no encontrarle una función reproductiva a su sexualidad por la frustración de no tener la capacidad de ser madre. En otros casos, en la ansiedad por buscar un embarazo, se olvida el erotismo y se pierde el interés por el placer en el acto sexual.
En cuanto a los hombres, el concepto de masculinidad está culturalmente muy relacionado con la reproducción, con la capacidad de procrear un hijo, y en ese sentido para el hombre es muy difícil diferenciarlo. Contrario a la creencia popular, los hombres no siempre quieren o están listos para tener relaciones sexuales y el hecho de tener que tenerlas en momentos específicos puede producir disfunciones sexuales y una afectación importante de su autoestima sexual. Otro elemento que lesiona la autoestima sexual masculina es la dificultad para conseguir la satisfacción sexual de su pareja ya que, en este tipo de encuentros sexuales en los que el fin es solamente reproductivo, la mujer no siempre alcanza a llegar más allá de la primera fase de respuesta sexual.
Diferenciar las relaciones sexuales con fines reproductivos de las relaciones sexuales por placer
En las relaciones sexuales programadas, no se suele dar importancia a la primera fase de la respuesta sexual, la del deseo, perdiéndose el simbolismo de la relación sexual por placer y convirtiéndola en un instrumento mecánico exclusivamente para la reproducción. En estos casos la ganancia es únicamente a nivel de la reproducción y se deja de fortalecer el vínculo afectivo en la intimidad de la pareja. Por eso es importante diferenciar las relaciones sexuales con fines reproductivos de las relaciones sexuales por placer, dándole a estas últimas el mismo grado de importancia que a las primeras. La fase post-coital también es sumamente importante porque es en ese momento de intimidad y contacto físico estrecho donde más se sincroniza la pareja afectivamente.
Recordar que sexualidad no se limita únicamente al acto sexual
Cuando se tienen relaciones sexuales con fines reproductivos es importante procurar también por momentos de esparcimiento para compartir y fortalecer el vínculo afectivo. Las caricias, la diversión, los cambios en las rutinas cotidianas, las sorpresas y la creatividad facilitan el juego erótico y permiten recordar que la sexualidad va más allá del acto sexual como único instrumento de reproducción.
Normalizar las emociones
Los procesos diagnósticos y terapéuticos en infertilidad, conllevan a una intromisión en la sexualidad e intimidad de la pareja y es común que se afecte la autoestima sexual y la dinámica de pareja. El estrés, la ansiedad y la frustración que frecuentemente se generan en estos procesos pueden llevar a la aparición de disfunciones sexuales. Informar desde el principio que estas situaciones son comunes y esperadas, les permite a las parejas anticipar y normalizar estas circunstancias para manejar mejor la frustración y vivir estos cambios con mayor naturalidad. Igualmente es importante identificar oportunamente cuando sea necesario recurrir a ayuda profesional.
Disminuir el conflicto y fortalecer la comunicación
Todo el estrés que se genera en un proceso de infertilidad, se comporta como un detonante para aumentar la distancia sexual y que aparezcan disfunciones sexuales. En cada pareja el impacto es distinto y la personalidad de cada uno de los individuos, así como la historia previa de la dinámica pareja, es determinante en la vivencia de la sexualidad de cada caso; en algunas parejas se solidifica el vínculo mientras que en otras se fragmenta y se distancia. Bajar el conflicto es fundamental, a menor conflicto mayor sincronización sexual y vínculo afectivo, y para bajar el conflicto la clave es la comunicación. Si la pareja está desconectada antes de empezar un tratamiento de infertilidad, al entrar en una crisis de vida tan grande como lo son estas situaciones, va a ser muy difícil lograr un objetivo de pareja.
Tener herramientas para manejar la ansiedad y el estrés
El objetivo es lograr el autocontrol y regulación de la ansiedad a través de herramientas como la psicoterapia, la meditación, las prácticas de relajación como yoga o pilates, entre otros. Es de gran utilidad desarrollar estrategias para manejar la ansiedad ante posibles eventos emocionalmente perturbadores (relación sexual programada, prueba de embarazo negativa, tratamiento fallido, procedimiento diagnóstico o terapéutico doloroso o invasivo, entre otros). Igualmente, se deben favorecer recursos para la resolución de problemas en equipo y promover la estabilidad de pareja.
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